La misión de 65º pasa por ofrecer al consumidor una oferta gastronómica próxima a la de la alta cocina (grandes niveles de salubridad, calidad y sistemas de cocinado sofisticados) pero adaptadas a una fórmula de servicio cercana a la de la comida rápida debido a los escasos tiempos de preparado y servido.
De este modo, la clave del éxito de 65 Grados consiste en adaptar un sistema elitista de cocinado a un modelo de restaurante de comida rápida. Una fórmula que requiere de una cocina central magníficamente equipada en la que se cocinan muy lentamente los alimentos que luego se distribuyen a los restaurantes donde se le da el acabado final, ya sea en Horno Brasa para la carne, Ronerr para el pescado y Grill para las verduras.
A partir de esta experiencia, surgió la idea de crear un restaurante de comida popular basado en la técnica de la cocina al vacío a baja temperatura. Su concreción ha sido posible gracias, inicialmente, al empeño de los hermanos Aguilar Conesa, así como del arquitecto Javier Carranza y del empresario Francisco Carrera. En fases sucesivas del proyecto se han ido incorporando profesionales en producción y cocina.
«65 Grados es el primer gran ejemplo de democratización de la Alta Cocina».
Los ingredientes, el proceso, el emplatado… Aquí todo está alineado con el detalle y la calidad. El hecho de adaptar estos estándares al modelo de comida rápida no reduce el mérito final. Al contrario, lo dispara en la medida que lo hace accesible a todo el mundo.
Enrique Aguilar
Gerente de 65 Grados
«65 Grados es, por definición, una serie de conceptos antagónicos. Pura controversia».
Si te digo que te podemos servir una exquisita «costilla de ternera de Angus, braseada en horno de carbón vegetal, con salsa de setas, sobre una cama de verduritas de la huerta al grill» en 5 minutos 30 segundos, probablemente me dirás que estamos locos. Y no te faltaría razón.